martes, 1 de noviembre de 2016
Adultos de hojalata
Esa soy yo... ese sos vos. Vos y tu pareja, vos y tus hijos, vos y tus padres, vos y tus amigos.
Como un gigante de alambre, de hierro, de madera, de hojalata, como un gigante de cualquier material opaco y duro, se va construyendo alrededor de nuestro niño interior el adulto monstruoso que crece y crece sin rumbo.
De repente un día abrimos los ojos y somos una máscara, un traje, un disfraz o un uniforme, somos un título universitario, un trabajo, somos el auto que manejamos o el que no podemos comprar, somos el éxito o el fracaso que tenemos en la vida.
Y ese adulto de hojalata se va haciendo cada vez más grueso y más pesado, más difícil de llevar por nuestro niño interior. Ese adulto de hojalata nos va alejando del mundo real, porque ahora somos todos adultos de hojalata y solo podemos ver nuestras cáscaras y nuestras máscaras.
Mientras, en el interior, un niño busca salir, amar, perdonar y ser perdonado, un niño busca los ojos, las sonrisas, los silencios.
¿Qué te diría tu niño interior, si el adulto de hojalata que sos lo dejara hablar? ¿Qué te diría si le preguntas si es feliz? ¿si cumplió sus sueños o está en el camino de cumplirlos? ¿si se siente amado? ¿si ama todo lo que puede? ¿si es libre? ¿si esta es la vida que quiere vivir?
El niño que llevas dentro está ansioso por darte todas las respuestas, solo tienes que animarte a preguntar.
lunes, 26 de septiembre de 2016
Romper la Cotidianidad (Para que lo cotidiano no nos rompa)
Si algo me acuerdo de mis clases de Filosofía de la facultad, es una en la que el profesor se refirió a la ruptura de la cotidianidad. En ella nos explicaba que el ser humano suele vivir en un estado permanente de piloto automático, sin pensar demasiado en lo que hace, hasta que pasa "algo" que viene a romper esa cotidianidad. Y precisamente la rompe porque se sale del molde diario, nos saca de la estructura, nos hace replantearnos las cosas.
Las cosas que rompen lo cotidiano son cosas, o más bien hechos, situaciones, vivencias que se destacan por su trascendencia, que se nos presentan como algo llamativo, intenso, grande, sin importar si es algo bueno o malo. Y entonces nos replanteamos lo que somos, nuestras acciones, nuestros propósitos, de dónde venimos y a dónde vamos, qué queremos...
La muerte de un ser querido tiene la entidad para provocar la ruptura de la cotidianidad... al igual que el nacimiento de un hijo. El descubrimiento de un embarazo, deseado o no, un nuevo empleo (o su pérdida), el abandono de nuestra pareja, una infidelidad, enamorarnos, dejar de amar, un accidente que nos pone al borde de la muerte...
Pero lo realmente importante de esa ruptura, de ese quiebre, es lo que nos brinda: la nueva perspectiva, el nuevo punto de vista, el nuevo observador. De repente dejamos de ser ese individuo extraviado en la repetición constante y nos convertimos en alguien nuevo, dispuesto a replantearse cada cosa. De repente nos damos el derecho de pensar, de filosofar, de preguntar lo que dábamos por sentado, de bucear en aguas más profundas de nosotros mismos. Eso es lo bueno de la ruptura... Lo malo es que muchas veces viene provocada por una situación negativa, o que muchas veces llega demasiado tarde.
Si pensamos, por ejemplo, en una separación y en que recién con ese "quiebre" lleguen a la persona las preguntas: "¿Por qué me dejó? ¿por qué ya no me ama? ¿qué hice mal? ¿qué hubiera podido hacer mejor? ¿en dónde equivocamos el camino? ¿qué voy a hacer ahora que estoy solo/a?..." ¿Puedes imaginar cuánto más productivo hubiera sido hacer esas (u otras) preguntas en un tiempo anterior, cuando aun existía la posibilidad de enmendar los errores o encauzar el camino?
Imagen tomada de Google |
¿Qué pasaría si nosotros mismos decidimos romper con lo cotidiano? ¿Si la ruptura fuera provocada por nuestra propia voluntad y controlada por uno mismo?
¿Te imaginas, entonces, qué tan productivo sería si pudieras frenar, romper lo cotidiano y ponerte a pensar?
¿Qué cosas te molestan en tu vida?
¿Qué cosas cambiarías?
¿Qué cosas te gustaría hacer y no estás haciendo?
¿Qué tanto de lo que haces te acerca a tus propósitos?
¿Cuántas veces te detienes a pensar en los que amas?
¿Qué cosas podrías mejorar en la forma de relacionarte con tus padres, con tus hermanos, con tu esposa/o, con tus hijos?
Te invito a hacer un quiebre... ¿Te animas?
lunes, 29 de agosto de 2016
Otra Forma de Ver el Vaso
Durante mucho tiempo creí que solamente había dos formas de ver el vaso: medio lleno o medio vacío, y que, según como lo viera, me encontraría incluida en uno de los dos grandes grupos de personas: los optimistas o los pesimistas.
Pero ¿qué pasa si no veo el vaso de ninguna de las dos formas? ¿o si, el hecho de que el vaso esté "medio lleno" no es tan bueno como supuestamente debería ser? ¿qué pasa si eso de lo que está lleno el vaso es malo y debo vaciarlo para, recién entonces, contar con el espacio necesario para llenarlo con algo bueno? Es lo que pasa, por ejemplo, cuanto estamos "medio llenos" de ideas preconcebidas, de prejuicios, de palabras que nos condicionan a ser de determinado modo, de miedos, de dudas, de quejas...
¿Y qué pasa si estamos "medio vacíos", pero eso no es tan malo como parece? Porque estamos "medio vacíos" y eso nos genera inquietud, ambición, "ganas de llenarnos", deseos de incorporar cosas nuevas, ansias de aprender...
También puede pasar que le preguntemos a alguien si ve el vaso medio lleno o medio vacío, y ese alguien responda que no ve ninguna de las dos opciones... que ni siquiera ve un vaso, que eso que está ahí frente a él es un porta lápices, un porta velas, un recipiente para la dentadura postiza, una trampa para cazar arañas que aparecen sobre la mesa, una caramelera u otra cosa.
Y supongamos que nos ponemos de acuerdo en que es un vaso (o al menos eso pensamos vos y yo) ¿Un vaso es algo bueno o algo malo?
Imagen tomada de Google |
Imagen tomada de Google |
Ok, lo que se ve en la última foto no es un vaso... ¿o sí?
Definir cómo vemos el vaso es parte del proceso de definirnos a nosotros mismos, de definir el tipo de observador que somos y el tipo de observador que queremos ser, porque en definitiva no vemos las cosas como son, las vemos como somos.
sábado, 27 de agosto de 2016
El Pensamiento Guiado es Poderoso
Desde que era chica, mi mamá siempre me dijo "tu mente es poderosa, siempre que dices algo o que quieres algo, se cumple". ¡Ojo! no me lo decía como se dicen esas cosas que pretenden dejar plasmada una enseñanza, me lo decía como referido a una suerte de brujería. Al día de hoy me lo sigue diciendo... y además también se sumó mi esposo, que muchas veces me atribuye a mí la causa de cientos eventos, a veces afortunados y otras veces no tanto.
Imagen tomada de Google |
No se si mi esposo se sumó a la iniciativa por imitación, o si el llegó a esa conclusión en forma personal. Pero lo cierto es que cada vez que me lo dicen yo me pregunto "¿Poderosa cómo? ¡si no tengo idea de cómo ni por qué pasa lo que pasa!"
Pero ahora entiendo que tienen razón: mi mente es poderosa, TU mente es poderosa, la mente es poderosa, así como son poderosas las palabras y las decisiones que tomamos. El problema es que la mayoría de las veces no controlamos la mente, ni las palabras que (nos) decimos, ni las decisiones que tomamos, porque no lo hacemos en forma consciente.
Y ¡ATENCIÓN! acabamos de llegar a una idea importante:
Imagen tomada de Google |
La idea que dice que, para darle poder a nuestra mente, a nuestras palabras y a nuestras decisiones, tenemos que ser conscientes de ello, de nuestro poder, del poder de lo que (nos) decimos y de lo que decidimos y, entonces, decidir conscientemente lo que queremos. Porque lo cierto es que estamos constantemente tomando decisiones, solo que no lo hacemos a nivel consciente: cada vez que hacemos algo, es porque optamos por hacerlo, dejando de lado una gran cantidad de otras alternativas. El propósito es decidir CONSCIENTEMENTE para dejar de permitir que nuestro incosciente sea quien tome las decisiones por nosotros. El propósito es, también hacernos cargo, para dejar de pensar que lo que (nos) pasa es el resultado del destino, la (mala) suerte, las acciones de los otros, etc.
Imagen tomada de Google |
Te invito a pensar cuántas cosas hiciste o decidiste hacer "sin querer queriendo", para empezar a darle poder real a tus decisiones.
¿TE ATREVES?
viernes, 26 de agosto de 2016
Soy mi propia Obra de Arte
En uno de esos ratos en que la casa queda en silencio apareció en mi mente la pregunta de por qué me había interesado en el coaching. Es llamativo, porque si bien la existencia de esta disciplina es totalmente novedosa para mí y además, si debo confesar, encontré sobre ella de casualidad navegando en Internet y buscando otras cosas que, si bien se referían a búsquedas introspectivas, superación personal y temas similares, no partía de ninguna referencia previa sobre el coaching.
Pero como bien digo: ahí andaba yo buscando, indagando y preguntando sobre introspección, superación personal, auto-conocimiento, regulación de las emociones, educación emocional, inteligencia emocional, programación neurolingüística y... el agua lo trajo a la orilla.
La idea me atrajo tanto que decidí indagar un poco más, descubriendo cada día cosas nuevas que no dejan de sorprenderme.
Y es que esto es para mí algo diferente de un interés pasajero, muy diferente. Esto es para mí un lugar de confluencia, un arribo, un secreto descubierto luego de una ardua búsqueda: la búsqueda de mí misma.
Imagen tomada de Google |
De repente vino a mi mente mi imagen en el espejo, la imagen de una Mónica de no más de catorce años mirándose a sí misma, intentando encontrarse en su reflejo mientras se peinaba para ir a la escuela.
Recuerdo su angustia al intentar encontrarse a sí misma en medio del torbellino que significaba para ella la adolescencia, la crisis de identidad, el desgano, la sensación de no saber quién es, qué quiere, a dónde va, la necesidad de encontrarle un sentido a la vida que vaya más allá de lo cotidiano, la necesidad de saber el para qué de todo. Una Mónica luchando contra su deseo de no-ser, de no-estar, mirándose a sí misma a los ojos fijamente y diciéndose con firmeza: "Yo soy mi propia obra de arte, puedo ser lo que yo quiera, puedo convertirme en lo que yo quiera... la vida está apenas comenzando y yo decido buscar la mejor versión de mi misma en cada paso".
Les debo la textualidad, pero les aseguro que el entrecomillado guarda en su interior la esencia de aquél pensamiento. Y cada vez que algo me agobiaba, que algo parecía no encajar o me llenaba de angustia, soledad, confusión o desconcierto repetía como un mantra: "soy mi propia obra de arte".
Así seguí, caminando por ese callejón oscuro que me significaba el descubrimiento de mi ser-yo-misma, escribiendo, escribiéndome, reescribiéndome, hablando de mí misma en tercera persona, proyectándome en otros, odiándome en los otros, amándome en ellos, encontrándome en ellos, descubriendo respuestas debajo de las piedras y, sobre todo, aprendiendo que las respuestas están todas allí, al alcance de la mano, solo basta hacerse las preguntas correctas.
jueves, 25 de agosto de 2016
MI CAMINO AL COACHING
Antes que nada, voy a comenzar por el principio: NO soy Coach, no TODAVÍA. Destaco el NO para ustedes, para que no haya confusiones. Y destaco el TODAVÍA para mí, porque le quita el carácter definitivo que suele tener el "no".
Estoy apenas comenzando mi capacitación como coach, sin embargo ya me siento absorbida por la fuerza de ese maravilloso proceso que se genera entre el SER y el HACER. Sería algo así:
Y es maravilloso ver como esa interrelación entre el ser y el hacer va haciendo un juego de ida y vuelta en el cual soy según lo que hago, y hago según lo que soy, lo que me permite ir estructurándome constantemente, moldeándome, creándome...
Por eso si bien no soy coach, ya comencé a transitar el camino para serlo y eso me constituye. Ser coach requiere hacer (me) coach (ing).
Por eso va un poco el título de este blog: Hacerme coach/Ser coach/hacerme coaching/Hacer coaching. Todo comienza por uno mismo, el coaching comienza por uno mismo, por este desafío de aplicar primero en mí, lo que luego podré usar como herramientas para ayudar a otros a transitar su propio camino de creación, crecimiento, exploración y descubrimiento.
Aprender coaching es, desde el principio, una invitación a crecer, a hacerse cargo, y desde ese mismo principio está minado de emociones, experiencias y cambios en uno mismo. Tantos que parecen salirse del cuerpo. Tantos que, al menos en mi caso, efectivamente se salen del cuerpo, brotan en forma de palabras y caen sobre este blog.
Será que (me) pasa esto porque ESCRIBIR es mi forma de ser y de hacer... yo soy más yo misma cuando soy escribiendo.
Así que aquí voy a estar por estos días, definiendo rumbos, analizando metas, trabajando y trabajándome y sobre todo contándote a vos cómo se va estructurando este proceso de cambios.
Espero verte en los comentarios.
Mónica Kofler
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