lunes, 26 de septiembre de 2016

Romper la Cotidianidad (Para que lo cotidiano no nos rompa)

Imagen tomada de Google

Si algo me acuerdo de mis clases de Filosofía de la facultad, es una en la que el profesor se refirió a la ruptura de la cotidianidad. En ella nos explicaba que el ser humano suele vivir en un estado permanente de piloto automático, sin pensar demasiado en lo que hace, hasta que pasa "algo" que viene a romper esa cotidianidad. Y precisamente la rompe porque se sale del molde diario, nos saca de la estructura, nos hace replantearnos las cosas. 

Las cosas que rompen lo cotidiano son cosas, o más bien hechos, situaciones, vivencias que se destacan por su trascendencia, que se nos presentan como algo llamativo, intenso, grande, sin importar si es algo bueno o malo. Y entonces nos replanteamos lo que somos, nuestras acciones, nuestros propósitos, de dónde venimos y a dónde vamos, qué queremos... 

La muerte de un ser querido tiene la entidad para provocar la ruptura de la cotidianidad... al igual que el nacimiento de un hijo. El descubrimiento de un embarazo, deseado o no, un nuevo empleo (o su pérdida), el abandono de nuestra pareja, una infidelidad, enamorarnos, dejar de amar, un accidente que nos pone al borde de la muerte... 

Pero lo realmente importante de esa ruptura, de ese quiebre, es lo que nos brinda: la nueva perspectiva, el nuevo punto de vista, el nuevo observador. De repente dejamos de ser ese individuo extraviado en la repetición constante y nos convertimos en alguien nuevo, dispuesto a replantearse cada cosa. De repente nos damos el derecho de pensar, de filosofar, de preguntar lo que dábamos por sentado, de bucear en aguas más profundas de nosotros mismos. Eso es lo bueno de la ruptura... Lo malo es que muchas veces viene provocada por una situación negativa, o que muchas veces llega demasiado tarde. 

Si pensamos, por ejemplo, en una separación y en que recién con ese "quiebre" lleguen a la persona las preguntas: "¿Por qué me dejó? ¿por qué ya no me ama? ¿qué hice mal? ¿qué hubiera podido hacer mejor? ¿en dónde equivocamos el camino? ¿qué voy a hacer ahora que estoy solo/a?..." ¿Puedes imaginar cuánto más productivo hubiera sido hacer esas (u otras) preguntas en un tiempo anterior, cuando aun existía la posibilidad de enmendar los errores o encauzar el camino? 
Imagen tomada de Google


¿Qué pasaría si nosotros mismos decidimos romper con lo cotidiano? ¿Si la ruptura fuera provocada por nuestra propia voluntad y controlada por uno mismo?

¿Te imaginas, entonces, qué tan productivo sería si pudieras frenar, romper lo cotidiano y ponerte a pensar? 

¿Qué cosas te molestan en tu vida? 
¿Qué cosas cambiarías? 
¿Qué cosas te gustaría hacer y no estás haciendo?
¿Qué tanto de lo que haces te acerca a tus propósitos?
¿Cuántas veces te detienes a pensar en los que amas? 
¿Qué cosas podrías mejorar en la forma de relacionarte con tus padres, con tus hermanos, con tu esposa/o, con tus hijos?

Te invito a hacer un quiebre... ¿Te animas?